El Evangelio de hoy contiene una clara recomendaci\u00f3n de Jes\u00fas: \u201cMirad y guardaos de toda codicia\u201d. El contexto en que est\u00e1 dicha le confiere mayor \u00e9nfasis. Jes\u00fas hace esa recomendaci\u00f3n respondiendo al litigio entre dos hermanos por la repartici\u00f3n de la herencia. La codicia de ambos era m\u00e1s fuerte que el amor fraterno.\n<\/p>\n

Jes\u00fas sigue explicando por qu\u00e9 hay que guardarse de la codicia: \u201cPorque aun en la abundancia, la vida de uno no est\u00e1 asegurada por sus bienes\u201d. La vida del ser humano dura en la tierra, no en proporci\u00f3n a los bienes que se posean, sino cuanto ha dispuesto el que nos la ha dado: Dios. \u201cYo doy la muerte, yo doy la vida\u201d (Dt 32,39). Cada uno viene a la existencia, porque Dios lo cre\u00f3 y a cada uno se la concede un espacio de tiempo en esta tierra que s\u00f3lo Dios conoce. Invit\u00e1ndonos al abandono en la Providencia divina, Jes\u00fas pregunta: \u201cQui\u00e9n de vosotros puede, por m\u00e1s que se preocupe, a\u00f1adir un codo a la medida de su vida?\u201d (Lc 12,25). Nosotros podemos decir con cierta certeza: \u201cLos a\u00f1os de nuestra vida son unos setenta, u ochenta, si hay vigor\u201d (Sal 90,10). En este c\u00f3mputo no influye para nada la cantidad de bienes que se posee. La descripci\u00f3n del Salmo es la misma para todos: \u201cSon como la hierba: por la ma\u00f1ana brota y florece, por la tarde se amustia y se seca\u201d (Sal 90,5-6). Por eso el mismo Salmo dirige a Dios esta oraci\u00f3n: \u201cEns\u00e9\u00f1anos a contar nuestros d\u00edas, para que entre la sabidur\u00eda en nuestro coraz\u00f3n\u201d (Sal 90,12).\n<\/p>\n

Jes\u00fas rehus\u00f3 intervenir en el litigio entre los hermanos; pero, por medio de una par\u00e1bola, present\u00f3 el caso de un hombre cuya vida no se vio prolongada por sus muchos bienes. Sus campos dieron mucho fruto y acumul\u00f3 una gran riqueza. Entonces calcul\u00f3: \u201cTienes bienes en reserva para muchos a\u00f1os. Descansa, come, bebe, banquetea\u201d. Pero \u201cno sabe contar sus d\u00edas\u201d, porque hace proyectos para \u201cmuchos a\u00f1os\u201d y su vida iba a durar s\u00f3lo un d\u00eda. Por no saber contar sus d\u00edas, su coraz\u00f3n carece de sabidur\u00eda y esto lo lleva a hacer proyectos errados y vanos. Lo contrario a la sabidur\u00eda es la necedad. Eso es lo que Dios lo llama: \u201cNecio\u201d. Y explica por qu\u00e9: \u201cEsta misma noche te reclamar\u00e1n el alma; las cosas que preparaste, \u00bfpara qui\u00e9n ser\u00e1n?\u201d.\n<\/p>\n

Alguien podr\u00eda pensar: yo no estoy en el caso del hombre de la par\u00e1bola, porque no tengo campos que den tanta cosecha, ni graneros, ni nada que se parezca. Pero Jes\u00fas concluye con una ense\u00f1anza para todos: \u201cAs\u00ed es el que atesora para s\u00ed, y no se enriquece en orden a Dios\u201d. El que atesora para s\u00ed, de cualquier manera que sea, es como el hombre de la par\u00e1bola: un necio. El que se enriquece en orden a Dios, es decir, el que cumple las recomendaciones de Jes\u00fas sobre las riquezas: \u201cVended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en el cie-lo\u2026\u201d (Lc 12,33), \u00e9ste es sabio.\n<\/p>\n

No sabemos c\u00f3mo reaccionaron los hermanos. Pero la ense\u00f1anza de Jes\u00fas sobre estos litigios est\u00e1 formulada tambi\u00e9n en otra forma: \u201cAl que te quiera quitar manto, no le niegues la t\u00fanica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames\u201d (Lc 6,29-30). Si estos hermanos son verdaderamente disc\u00edpulos de Jes\u00fas, cada uno deber\u00eda reaccionar esmer\u00e1ndose por dejar toda la herencia al otro.\n<\/p>\n

Felipe Bacarreza Rodriguez

Obispo de Santa Mar\u00eda de los \u00c1ngeles (Chile)<\/p><\/body><\/html>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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