\u201cNo temas, peque\u00f1o reba\u00f1o, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino\u201d. Esta es una exhortaci\u00f3n clara de Jes\u00fas a deponer el temor, es decir, ese estado psicol\u00f3gico a que est\u00e1 expuesto el ser humano a causa de su peque\u00f1ez y debilidad y que le quita la paz y la alegr\u00eda. Todos querr\u00edamos vernos libres de temor. \u00bfA qui\u00e9n se dirige Jes\u00fas y qu\u00e9 motivos da para excluir el temor?\n<\/p>\n

Sabemos que Jes\u00fas se defini\u00f3 en relaci\u00f3n a sus seguidores diciendo: \u201cYo soy el buen pastor\u201d, y agreg\u00f3: \u201cTengo otras ovejas que no son de este reba\u00f1o\u2026\u201d. Los que pertenecen a su reba\u00f1o est\u00e1n definidos de esta manera: \u201cMis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen\u201d (Jn 10,11.14.16.27). Una primera condici\u00f3n, entonces, para pertenecer a ese \u201cpeque\u00f1o reba\u00f1o\u201d es escuchar la voz de Jes\u00fas y seguirlo. Una segunda condici\u00f3n surge del modo como Jes\u00fas se refiere a Dios: \u201cvuestro Padre\u201d. Miembros de ese \u201cpeque\u00f1o reba\u00f1o\u201d son los que llaman a Dios \u201cPadre\u201d y viven como verdaderos \u201chijos de Dios\u201d. \u00c9stos son los que est\u00e1n libres de temor. Nada puede temer quien tiene a Dios como Padre.\n<\/p>\n

Ya en el Antiguo Testamento los fieles de Israel dec\u00edan: \u201cYo s\u00e9 que Dios est\u00e1 a mi favor\u2026 En Dios conf\u00edo, no temo, \u00bfqu\u00e9 podr\u00e1 hacerme un hombre?\u201d (Sal 56,10.12). Con mayor raz\u00f3n podemos afirmar esto los que sabemos que Dios nos ama como hijos suyos. Esta es la certeza que expresa San Pablo en su carta a los Romanos: \u201cSi Dios est\u00e1 por nosotros, \u00bfqui\u00e9n contra nosotros?\u201d (Rom 8,31).\n<\/p>\n

\u201cHa parecido bien a vuestro Padre daros a vosotros el Reino\u201d. Jes\u00fas expresa su plena aprobaci\u00f3n a este modo de proceder del Padre. Lo que el Padre da a ese \u201cpeque\u00f1o reba\u00f1o\u201d es el Reino. Con esta expresi\u00f3n Jes\u00fas indica el Bien supremo. Quien est\u00e1 en posesi\u00f3n del Reino ya no puede temer nada, pues el temor radical consiste precisamente en la posibilidad de perder ese Bien, sobre todo, de perderlo eternamente. San Pablo sigue razonando: \u201cQuien no perdon\u00f3 a su propio Hijo, antes bien lo entreg\u00f3 por todos nosotros, \u00bfc\u00f3mo no nos dar\u00e1 con \u00e9l gratuitamente todas las cosas?\u201d (Rom 8,32). El Reino, que pertenece a Cristo, ahora el Padre lo da en herencia tambi\u00e9n a sus hijos: \u201cSi sois hijos, sois tambi\u00e9n herederos, herederos de Dios y coherederos de Cris-to\u2026 para ser tambi\u00e9n con \u00e9l glorificados\u201d (Rom 8,17).\n<\/p>\n

Ante esta perspectiva, los bienes de la tierra aparecen insignificantes y nuestro coraz\u00f3n ya no debe estar entregado a ellos. Por eso Jes\u00fas contin\u00faa: \u201cVended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en el cielo\u2026\u201d. San Pablo comenta esta ense\u00f1anza exhortando: \u201cSi hab\u00e9is resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde est\u00e1 Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra\u201d (Col 3,1-3). All\u00ed debe estar nuestro coraz\u00f3n. Y lo corrobora con su propia experiencia: \u201cPerd\u00ed todas las cosas y las tengo por basura, para ganar a Cristo\u201d (Fil 3,8).\n<\/p>\n

El que tiene su coraz\u00f3n en los bienes del cielo est\u00e1 siempre anhelando la venida de Cristo: \u201cSed como hombres que esperan a su Se\u00f1or\u2026 para que en cuanto llegue y llame, al instante le abran\u201d. Sabemos que Jes\u00fas volver\u00e1 con gloria. La actitud de espera fiel debe caracterizar nuestra vida en esta tierra.\n<\/p>\n

Felipe Bacarreza Rodriguez

Obispo de Santa Mar\u00eda de los \u00c1ngeles (Chile)<\/p><\/body><\/html>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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