El Evangelio de hoy es un precioso documento en el cual Jes\u00fas indica las normas que deben observar los que han sido llamados a compartir su misma misi\u00f3n: \u201cDesign\u00f3 el Se\u00f1or a otros setenta y dos y los envi\u00f3 de dos en dos\u201d. Al leer este cap\u00edtulo hay que tener presente el origen de dicha misi\u00f3n y el objetivo.\n<\/p>\n

El origen es sublime. Todo parte del amor de Dios al mundo, como lo afirma Jes\u00fas: \u201cTanto am\u00f3 Dios al mundo que le dio a su Hijo\u2026 Dios envi\u00f3 a su Hijo al mundo\u2026 para que el mundo se salve por \u00e9l\u201d (Jn 3,16-17). El origen es Dios; toda iniciativa de salvaci\u00f3n parte de \u00e9l. Es un proyecto de puro amor. Pero Dios salva al mundo por medio de su Hijo hecho hombre; y \u00e9ste lo hace por medio de sus enviados: \u201cComo el Padre me envi\u00f3 a m\u00ed, as\u00ed os env\u00edo yo a vosotros\u201d (Jn 20,21).\n<\/p>\n

El objetivo de esa misi\u00f3n es la salvaci\u00f3n del mundo: \u201cQue el mundo se salve\u201d. Pero este objetivo se alcanza por un solo medio: \u201cSe salve por \u00e9l (por el Hijo de Dios hecho hombre)\u201d. No hay otro medio de salvaci\u00f3n para el mundo. As\u00ed lo afirma San Pedro ante todo el pueblo, comenzando ya a cumplir su misi\u00f3n: \u201cNo hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos\u201d (Hech 4,12).\n<\/p>\n

El env\u00edo de los setenta y dos es un primer esbozo de la misi\u00f3n. Tambi\u00e9n ellos tienen que anunciar a Jes\u00fas: \u201cLos envi\u00f3 por delante a todas las ciudades y lugares adonde \u00e9l hab\u00eda de ir\u201d. No llegan con las manos vac\u00edas; Jes\u00fas los provee con un don que comunicar: \u201cEn la casa en que entr\u00e9is, decid primero: \u2018Paz a esta casa\u2019\u201d. Es cierto que el saludo habitual jud\u00edo, \u201cshalom\u201d, significa \u201cpaz\u201d. Pero la paz que Jes\u00fas manda comunicar es eficaz y consiste en el bienestar pleno del ser humano, por la integridad de sus relaciones con Dios y con los dem\u00e1s hombres. Para gozar de este don hay que acoger a los enviados de Jes\u00fas. Jes\u00fas asegura que habr\u00e1 m\u00e1s rigor en el d\u00eda del juicio para la ciudad que los rechace que para la ciudad de Sodoma. Todos sabemos cu\u00e1l fue la suerte de la ciudad de Sodoma (cf. Gen 19,24-25). Una ciudad que, habiendo recibido el Evangelio, se rige hoy por valores opuestos a los de Cristo tiene que temer este juicio.\n<\/p>\n

Para esta misi\u00f3n no hacen falta bienes materiales, pues la salvaci\u00f3n no se compra con bienes de este mundo: \u201cNo llev\u00e9is bolsa ni alforja\u201d. Para esta misi\u00f3n hacen falta, en cambio, numerosos hombres y mujeres dispuestos a entregar la vida. Estos son \u201clos obreros\u201d de los cuales Jes\u00fas habla, y \u00e9stos son siempre escasos para la inmensa obra de salvaci\u00f3n de la humanidad: \u201cLa m\u00edes es mucha y los obreros pocos\u201d. Afortunadamente Jes\u00fas nos indica el remedio, al cual no hemos recurrido suficientemente: \u201cRogad al Due\u00f1o de la m\u00edes que env\u00ede obreros a su m\u00edes\u201d. Nadie puede trabajar en la obra de salvaci\u00f3n si no es enviado por Dios mismo; \u00e9l es el \u201cDue\u00f1o de la m\u00edes\u201d. Estos obreros tendr\u00e1n una recompensa que supera todo esfuerzo. La recompensa que reciben no se puede comparar con un salario; es siempre una gracia: \u201cAlegraos de que vuestros nombres est\u00e9n escritos en el cielo\u201d.\n<\/p>\n

Felipe Bacarreza Rodriguez

Obispo de Santa Mar\u00eda de los \u00c1ngeles (Chile)<\/p><\/body><\/html>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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